TRES CLANES
EL LOBO IBÉRICO EN ALTA MONTAÑA
AUTORES
Ricardo Ruiz Díez • Alejandro Ruiz Díez • José María Ruiz Díez
Quedan alrededor de dos mil lobos en la península ibérica y son pocos los naturalistas que pueden presumir de haber observado un solo ejemplar en libertad. No es el caso de los autores de este libro, nacidos en las montañas palentinas de Fuentes Carrionas, que durante un cuarto de siglo han seguido puntualmente, año tras año, a tres familias de lobos en la alta y media montaña cantábrica. Desafiando la lluvia, la nieve y temperaturas muy por debajo de cero, los hermanos Ruiz han ascendido a las cumbres acarreando muchos kilos de equipo fotográfico. Su fino instinto campero les ha permitido localizar a familias de lobos –incluso cuando, alarmados, mudaban su área de campeo– y tomar decenas de miles de fotografías de lobos silvestres en libertad. Sin duda, un botín único que supone una valiosa ayuda para conocer la vida de los lobos en alta montaña.
El resultado de más de veinte años de trabajo se plasma en este libro ilustrado por más de mil cien fotografías de lobos silvestres tomadas en un medio agreste como es la montaña cantábrica. Los editores, junto a los autores, han organizado toda la información recopilada para presentarla en las cuatro estaciones de un año natural. Un trabajo excepcional y, sin duda, el documento gráfico más completo jamás conseguido sobre el lobo ibérico.
PRÓLOGO: Juan Delibes
INFOGRAFÍAS: Pablo Capote
DISPONIBILIDAD: Tercera Edición disponible
ALGUNAS DE SUS PÁGINAS
► Página 12
► Página 13
► Página 22
► Página 23
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ILUSTRACIONES Y FOTOGRAFÍAS
SOBRE LOS AUTORES
Ricardo Ruiz Díez • Alejandro Ruiz Díez • José María Ruiz Díez
La vida de los hermanos Ruiz siempre ha estado ligada a la montaña palentina. Nacidos en Ventanilla, pueblo rodeado de grandes montañas, crecieron en un entorno sacrificado en el que su madre cuidaba de sus siete hijos y del ganado, su principal sustento. Su padre hacía carbón vegetal arrastrando madera con la ayuda de una pareja de vacas que, como él decía, «solamente les faltaba hablar». Las largas horas de vigilancia del ganado, rastreando la posición del lobo, llevó a los hermanos a sentir gran simpatía por su supuesto enemigo, algo no siempre entendido por los ganaderos, incluido su padre. Pero durante todos estos duros años nunca faltó en la cena una trucha del Rivera ni un libro para leer, que conseguían vendiendo pieles de zorro.
El estrecho contacto con la naturaleza y su paso por la Escuela de Capataces Forestales de Coca (Segovia) les abrió las puertas al conocimiento de las especies silvestres, convirtiéndose en agentes medioambientales de la Junta de Castilla y León en el año 2000. Desde entonces han trabajado en la vigilancia y conservación de los montes que los vieron nacer y de las especies con las que conviven, como el protagonista de este libro, con el que nunca han perdido la relación: el lobo ibérico.